A pesar de que nada más nacer, el bebé es sometido en el hospital o clínica a una serie de exámenes para valorar globalmente tanto su estado físico como neurológico, normalmente la primera visita con el pediatra no se acostumbra a lleva a cabo hasta que se cumple el primer mes de vida.
Tal revisión, además de ser la primera puesta en contacto del bebé con el pediatra, tiene por objeto controlar el correcto crecimiento del bebé y la detección precoz de cualquier anomalía o problema de salud que pudiera existir.
Durante la consulta el pediatra examinará minuciosamente:
La elección del pediatra
El pediatra es el principal agente de salud con la misión de vigilar la correcta evolución del niño respecto a su crecimiento y salud normalmente hasta los 18 años y a la vez el primer especialista de referencia al que se debe acudir no solo en aquellos casos concernientes a su estado de salud, sino incluso en aquellos otros en que el niño presente dificultades tanto de aprendizaje como sociales, conductuales, etc. Por ello, es absolutamente importante que los padres establezcan una relación de confianza con el pediatra de cabecera elegido.
Las vacunas se consideran indispensables para proteger a los niños de ciertas enfermedades, en ocasiones graves.
Vacunar consiste en la introducción en el organismo de ciertos microorganismos (bacterias o virus tanto muertos como atenuados) y de otros componentes (con el fin de facilitar su conservación y a la vez aumentar su eficacia) con el objetivo de estimular la creación de defensas (anticuerpos) sin capacidad de dar lugar a enfermedad clínica.
Varias son las diferentes vías que pueden utilizarse para administrar las vacunas (según el tipo), a saber, vía bucal o vía inyectable. Ciertas vacunas administradas en la primera infancia ofrecen inmunidad absoluta o permanente, mientras que otras solo proporcionan protección temporal, requiriendo una posterior dosis de recuerdo.
El Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría establece entre las denominadas vacunas sistemáticas (las cuales son consideradas obligatorias de cada país por su interés comunitario) las vacunas frente a la hepatitis b, difteria-tétanos-tosferina, poliomielitis, haemophilus influenza serotipo b, meningococo C, sarampión, rubéola y parotiditis.
Actualmente, tal Comité se reafirma en la vacunación frente al neumococo o antineumocócica en grupos de alto riesgo (aunque no está incluida en el Calendario Interterritorial de Vacunación Infantil), así como también aquella frente al papiloma virus humano (VPH) en todas las niñas de 11 a 14 años y frente a la varicela en adolescentes (sin historia previa de enfermedad).
Como recomendables se aconseja la vacunación contra el rotavirus en todos los lactantes y la de la varicela en el segundo año de vida. Aquellas frente a la gripe estacional y la hepatitis serían recomendadas en los grupos de riesgo.
Por otra parte hay que señalar que en general existen otras vacunas catalogadas como no sistemáticas o de interés individual, las cuales se administran en determinadas ocasiones (contra la rabia, el cólera etc.)
La administración de vacunas puede estar contraindicada excepcionalmente en ciertos casos (enfermedades con fiebre, antecedentes de reacciones alérgicas, etc.), pudiendo dar a las pocas horas de ser administradas a reacciones locales (en la zona de la inyección) o a reacciones generales (generalmente fiebre) que normalmente no suelen requerir tratamiento alguno.
Las vacunas administradas a cada individuo deben quedar registradas en el calendario de vacunas, generalmente inserto dentro del carnet de salud del niño, a fin de llevar un control adecuado.
Fiebre
La fiebre es uno de los motivos más frecuentes de consulta pediátrica, no siendo considerada una enfermedad sino un mecanismo de defensa generalmente ante un proceso infeccioso. Se considera fiebre una temperatura superior a 38,7ºC, debiendo acudirse a urgencias si:
Bronquiolitis aguda
La bronquiolitis es una enfermedad infecciosa que afecta a los lactantes principalmente en invierno, siendo de aparición más frecuente en los bebés menores de 2 años (con una máxima incidencia entre los 3 y los 6 meses de edad). El comienzo de tal enfermedad suele recordar a un catarro común con fiebre alta que evoluciona al cabo de unos días hacia una obstrucción respiratoria, aparición de sibilancias, respiración rápida y ruidosa, dificultad respiratoria y pausas de respiración). Normalmente la curación suele ser espontánea (en el plazo de 2 o 3 semanas) mediante tratamiento especialmente dirigido a prevenir las complicaciones de la misma
Enfermedad celíaca
Se trata de una intolerancia al gluten (proteína que se halla mayoritariamente en cereales como trigo, avena, centeno o cebada). Suele aparecer a los pocos meses de iniciarse la alimentación con cereales y se manifiesta con diarreas crónicas, pérdida de peso, retraso del crecimiento, distensión abdominal y anemia. El tratamiento consiste en llevar una dieta exenta de gluten el resto de la vida. Existen asociaciones de celíacos que pueden ser de gran ayuda en estos casos.
Gastroenteritis aguda
Es una infección del tracto digestivo que se caracteriza por diarrea casi siempre precedida por vómitos, fiebre y dolor abdominal. El principal riesgo de la gastroenteritis es la pérdida de líquidos y electrolitos a través de los vómitos y diarreas. Suele durar entre de 2 a 6 días y en un 40% de los casos coexiste con un proceso catarral con moco y tos.
Hernia inguinal
Consiste en la salida de una parte del contenido abdominal a través de la ingle; es más frecuente en niños que en niñas, y de 2 a 3 veces más frecuente en prematuros. Se presenta con un pequeño bulto en la ingle que cambia de tamaño. Es típico de las hernias que desaparezcan después de finalizar el esfuerzo que las ha provocado. En caso de que la hernia no retroceda puede dar lugar a un cuadro agudo de distensión abdominal, vómitos biliosos y fiebre. En estos casos hay que intervenir quirúrgicamente.
Tos
Es el principal motivo de consulta al pediatra, siendo en muchas ocasiones un mecanismo de defensa que contribuye a la limpieza del árbol respiratorio. Debido a que la tos es un síntoma debe averiguarse qué proceso la produce antes de instaurar un tratamiento.